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Familia

Emociones tóxicas en el adolescente

Podemos pensar que algunas emociones desagradables como el enojo, la culpa y la tristeza, son perjudiciales para nosotros. La mayor parte de las personas evitan este tipo de emociones y al contrario, buscan aquellas los hacen sentirse plenos.  Sin embargo, la realidad es que las emociones están ahí, tanto las agradables como las desagradables.

A veces sentimos como si las emociones desagradables fueran tóxicas para nuestra salud, pero la verdad es que las únicas emociones tóxicas, son aquellas que no se expresan.

El enojo es una emoción que despierta el instinto agresivo y esta es una emoción frecuente en el adolescente. Este tipo de emoción se puede manifestar en uno mismo o los demás, y mal encaminada, puede convertirse en un riesgo para la salud propia o la de terceros.  Existen personas muy pasivas que se resisten a todo lo que les pasa, definiéndose como “fuertes”. Estas personas no expresan el malestar que pueden experimentar en sus vidas. Algo que debemos entender es que el enojo es una emoción que regula el bienestar integral, y cuando no se expresa, puede generarse un sentimiento de autocastigo. Cuando se ha acumulado demasiado enojo, se puede llegar a explotar ante una situación intrascendente o mínima, provocando rupturas con personas significativas. Estas personas generalmente manifiestan una gran sensación de culpa por haber actuado de esa manera. Aquellas que se creen “fuertes” por que no les afecta lo que les hacen otros,  en realidad tienen un problema para establecer límites y quizá una baja autoestima. Son personas que sienten mucho miedo de enfrentar a otros y pedir respeto, por ello prefieren agredir a quienes aman y que ya confían en ellos. En este sentido los adolescentes son los mas sanos ya que expresan frecuentemente lo que les molesta, “tocan la yaga en la herida a cada rato”. Los adolescentes aún no han desarrollado toda la autorregulación emocional necesaria y expresan lo que van sintiendo. Claro que cuando no es así, debemos preocuparnos porque el enojo contenido, se vuelve tóxico.

La culpa es una emoción complicada, y a menudo peligrosa, ya que está ligada al enojo. A veces puede  ocurrir que alguien sienta culpa por haber lastimado a otra persona. En este caso la culpa tiene la función de alertar la conciencia moral, activarla, y regular las relaciones con las personas significativas. Cuando sentimos culpa por haber hecho algo que no queríamos hacer, entonces la culpa tiene la función de mantener la memoria a corto plazo activa para no olvidar lo que ocurrió. Una vez que la culpa se reprime, puede transformarse en ansiedad y estrés enfermando al cuerpo. Ahora, en realidad, el sentir culpa está ligado a sentirse impotente por no poder cambiar lo que pasó. Cuando nos negamos a aceptar que no somos todopoderosos, la culpa se convierte en la emoción que nos recuerda que somos mortales.

A veces se siente en el pecho “algo que parece tóxico y que nos amenaza”. DEBES ENFRENTARLO, NO HUYAS. Se vuelve peligroso cuando mantenemos una actitud prepotente ante lo que pasó, lo primero para atender la culpa es no desecharla; hay que sentirla, acariciarla, como si fuera una silueta interior. Debes entender que no eres inmortal y que puedes ser humilde.  Si no lo entiendes, déjame decírtelo: “NO ERES TODOPODEROSO”, te equivocas y eso es parte de la vida. Si lastimaste a alguien y sientes culpa, debo felicitarte porque eso indica que eres una persona sana, que se enoja y que lastima, pero que se arrepiente y corrige sus errores. El enojo explosivo mal manejado se relaciona mucho con la culpa. No sentir culpa casi por nada y justificar la venganza con un “se lo merecía”, “ya le tocaba”, eso me temo ES TOTALMENTE TÓXICO. Sin culpa las relaciones con otros son mecánicas, deja de importar lo que se vive; lo que siente el otro, y eso es sumamente peligroso.

La culpa en la adolescencia es una moneda de dos caras, funciona como regulador de la conducta, un jinete interior que jala las riendas del caballo, que permite cambiar de actitudes y también las reacciones inadecuadas. Eso es algo sumamente positivo, sin embargo, la educación tradicional nos ha enseñado que hay que educar con base en hacer sentir culpable a los jóvenes por sus errores. La culpa castigadora o persecutoria puede generar un caos interior. Algunos adolescentes que no pueden tolerar la culpa pueden aislarse de los otros, inhibir sus emociones, desconectarse, ya que sienten que es algo que los persigue de una manera acosadora. La culpa castigadora puede provocar conductas, que de acuerdo a la intensidad, pueden ir desde la apatía hasta las ideas suicidas.

Me gustaría que reflexionemos sobre otras emociones. Si sientes que hay alguna que te esté complicando las cosas o que sea una fuente de malestar en tu vida, o en la  relación con tu adolescente  dime cuál es y en un comentario la analizaremos y juntos podremos crecer.

Recuerda, todas las emociones y sentimientos tienen una finalidad, aunque algunas sean desagradables son sumamente importantes para vivir plenamente, sólo debemos saber cómo dar el paso, por ello te digo que las únicas EMOCIONES TÓXICAS que existen, son aquellas que no se expresan.

Uziel Morales-Amaya
Maestro en Psicoterapia, niños y adolescentes.
Conferencista.
Correo: uziel_moam@hotmail.com

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