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Acompañando a los padres con hijos adolescentes
Comunidad

¡No le cedas tu poder a tu adolescente!

¿Alguna vez tu hijo adolescente te pidió que no te metieras en su vida? Si haces memoria, probablemente recuerdes tu adolescencia y te acuerdes de como te comportabas con tus propios padres. ¿Acaso les dijiste, alguna vez, esas mismas palabras? Me imagino que sentiste un escalofrío y detuviste un poco la lectura de este artículo.

¡Sí! prácticamente todos, lo hemos dicho alguna vez. Los que somos padres de adolescentes entendemos que hemos pasado por situaciones muy similares a ellos. Aunque nos cueste reconocerlo, sabemos que debemos mantener el control y la calma en esta difícil etapa como padres. Son frecuentes las discusiones, y a veces las cosas se salen de control. Terminamos diciendo o haciendo muchas cosas de las cuales nos podemos arrepentir mas adelante.

Lo primero que debemos entender es que existe una gran diferencia entre meternos e interesarnos en las vidas de nuestros hijos adolescentes. Cuando son más jóvenes podemos intervenir en algunas decisiones ya que tienen poca experiencia. Posteriormente debemos dejar que ellos mismos tomen sus propias decisiones en la medida que maduren, y se hagan más responsables.

  1. – Meterse con ellos sería intervenir en la toma de decisiones personales que les corresponde sólo a ellos. Un ejemplo sería la elección de la que carrera que van a estudiar. Si bien podemos abrirles los ojos respecto al futuro laboral, económico y social que tal o cual carrera les puede proporcionar, la decisión final será de ellos. Otro ejemplo es el tratar de influir en sus elecciones de amigos. A veces los padres rechazamos a un amigo por su apariencia o estatus social sin considerar a la persona por sus valores. Debemos intervenir cuando sepamos que el amigo es un delincuente, alcohólico, drogadicto y anda en malos pasos. La intervención debe acompañarse de una explicación clara, directa y sincera de nuestra parte. Debemos darles también flexibilidad en el estilo de vestimenta siguiendo los cánones dictados por el entorno cultural, étnico, religioso, y escolar. El objetivo es el tratar de respetar el derecho a la individualidad de nuestros hijos pero estableciendo límites previamente delimitados y negociados.
  1. – Interesarnos en ellos, ocurre cuando los adolescentes tienen más edad, y comenzamos a dejar que tomen sus propios riesgos y decisiones. Es importante entender que es normal que los adolescentes se equivoquen. Esto los hará madurar, y les enseñará la resolución de problemas. El abordaje correcto es hacerles preguntas para que reflexionen si están tomando la decisión correcta. Un ejemplo sería; ¿Que harías si tu amigo (conductor designado) decide tomar alcohol? ¿cómo te regresarías de la fiesta? Este tipo de preguntas permite analizar el pensamiento crítico del adolescente y su grado de responsabilidad. Pero debemos ser cautos y sutiles ya que el nivel de tolerancia de los adolescentes es bajo y al sentirse abrumados por los cuestionamientos a veces causa que se desesperen y te podrían llegar a decir: ¡No te metas en mi vida, no decidas por mí!.

Cuando obtenemos ese tipo de respuestas prácticamente todos nos molestamos y pensamos: ¡que se esta creyendo, maleducado! ¡Es un mal agradecido, a pesar de todo lo que hago por él, y así me contesta! ¡que se esta creyendo, yo soy su madre, yo soy su padre!; y así muchas otras frases que todos conocemos. La mayor parte de los adultos nos molestamos cuando nos dicen lo que tenemos que hacer, y a los adolescentes les ocurre lo mismo. Todos tenemos la capacidad de aprender, sólo que a unos les toma más tiempo que a otros. La buena noticia es que con el tiempo eventualmente madurarán. Los adolescentes siempre buscarán alguna circunstancia para hacernos perder la paciencia, logrando así la revancha, ante nuestra negativa.

Así que: ¡NO CEDAMOS EL PODER!, ante nuestros hijos.

Debemos ser inteligentes y no dejarnos llevar por los sentimientos que nos generan nuestros hijos adolescentes. No debemos darles el poder que tenemos sobre ellos. En momento que les permitimos que nos saquen de nuestras casillas, entonces ellos acceden al poder. Todos los días, nuestros hijos nos dan muchos motivos por los cuales nos podemos enojar, frustrar o decepcionar. Sin embargo, nosotros podemos decidir no engancharnos (llámese enganchar al momento en que nos involucramos de manera inadecuada ante una circunstancia ajena a nuestro control).

Debemos tomar el control de nuestras emociones. Lo que podemos hacer es respirar, respirar y respirar, de una manera pausada y controlada para relajarnos. Debemos tomar el control de nosotros mismos a pesar de la circunstancias por las cuales estamos pasando. Tenemos que darnos cuenta cuando los sentimientos nos pueden rebasar, y preguntarnos: ¿le quiero otorgar el poder a mi hijo adolescente? Les recomiendo que no tomen decisiones precipitadas ante un estado de ánimo exaltado. Una vez que se tranquilicen y habiendo analizado la situación detenidamente, establezcan consecuencias realistas. Es muy importante que una vez que estas consecuencias se apliquen, siempre se cumplan. También es muy importante que este proceso sea sencillo, claro y directo. Lo que más enfada al adolescente es el discurso largo y repetitivo que generalmente acompaña al establecimiento de las consecuencias. Otra cosa que debemos recordar es que a pesar de que tengamos que establecer consecuencias por las acciones de nuestros adolescentes, esto no significa que no podamos manifestarles nuestro afecto o que se deban de alterar otros aspectos de la dinámica familiar (no deben pagar justos por pecadores). Un ejemplo sería no castigar una vacación familiar por un error cometido por un solo miembro de la familia. Nunca debemos humillar o dañar la autoestima de los adolescentes. Tampoco debemos insultarlos y JAMÁS debemos usar la violencia con ellos.

El tiempo que nuestros adolescentes van a compartir con nosotros es muy corto, y no lo debemos malgastar en “engancharnos”, sintiéndonos enojados y ofendidos. Hay que aprovechar este tiempo para poder convivir, y expresarles el enorme cariño que sentimos por ellos. Siempre habrá motivos para poder hacerlo. Recordemos que no existen los adolescentes o los padres perfectos. Debemos intentar ser familias felices y armónicas. Que no sean las circunstancias las que marquen la diferencia, robándonos nuestro poder.

Así que tomemos la decisión de: ¡NO CEDER EL PODER!, ante nuestros adolescentes. No hay hijos perfectos, hay hijos en crecimiento personal. No cedamos nuestro poder por nada ni por nadie.


Cecilia Zazueta
Psicóloga
Fundadora y Directora General de tuadolescente.com
Correo: cecy.zazueta@tuadolescente.com

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