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Cartas a tu adolescente

Carta 5: carta a mi hija adolescente

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Carta a mi hija adolescente

Querida hija:

Escribo esto para ti ahora que pasas por estos momentos tan difíciles, cambios importantes alborotan tus pensamientos y te confunden a cada día que pasa, haciéndote sentir incomprendida y alterada ante las pequeñas grandes vicisitudes que te acompañan inevitablemente por el camino de la vida.

Tú, eres mi niña y siempre lo serás, desde que me diste por primera vez la ilusión de saber que estabas dentro de mí con esas terribles náuseas y esa extraña sensación de plenitud aunque no hubiera comido absolutamente nada. Mi primera experiencia como mamá me la diste tú, mis primeros logros y fracasos y aún ahora que has crecido, eres la que impone la pauta para nuestra ardua labor de crianza como papás que ya entenderás cuando llegue el momento.

Quiero que sepas que te amo por sobre todas las cosas y que mi misión es “estar” en tu vida como guía y apoyo intentando no ser intrusiva en tu propia búsqueda de independencia que tanto anhelas y persigues. Sé que a veces no lo logro en mi deseo de protegerte y brindarte la mayor cantidad de armas que sean posibles para que salgas a la vida con el valor y la confianza necesarias para tu propio éxito, ese, que será sólo tuyo como es de cada uno de nosotros, personal y único como eres tú, única e irrepetible. También sé que muchas veces me cuesta trabajo entenderte y que no puedo acumular toda la paciencia que necesitas para poder comunicarnos, pero la perfección no es mi fuerte y me he equivocado, intento hacer mi mejor esfuerzo y en muchas ocasiones no es suficiente.

Hoy te miro y veo una hermosa jovencita llena de vida ansiosa por vivirla, en busca de su propia identidad desbordante de belleza y juventud. Pícara y divertida, entusiasta y serena, tomando tus primeras y muy propias decisiones las cuales te hacen ser quien eres y de quien estoy profundamente orgullosa. Algunas veces triste y taciturna, otras alegre y llena de proyectos y unas tantas otras enojada e iracunda, intensa en cada una de estos sentimientos, viviéndolos plenamente con la irresponsabilidad que te da la maravillosa edad por la que pasas.

Querida hija: no tengas miedo de acercarte a mí cuando lo necesites, siempre estaré ahí para escucharte, pero si hablo demasiado solo dímelo y entonces sabré callarme, intentaré no juzgar tus sentimientos respetando tus propias opiniones y decisiones, confío que serán las correctas si sigues a tu corazón lleno del amor de Dios que siempre te acompaña y los valores que has absorbido de nosotros, tu familia. Quizá sólo necesites un fuerte abrazo o una mirada de aprobación o tan solo compañía en respetuoso silencio. Siempre que me busques me encontrarás, nunca lo dudes.

Sé que ahora es difícil vislumbrar un futuro, no lo intentes, las cosas llegarán a su debido tiempo y será tu responsabilidad tomarlas o dejarlas ir para esperar que lleguen otras nuevas quizá mejores o más congruentes con tu propia personalidad.

Vive tu presente y disfrútalo responsablemente, valora y abraza el pasado de tu infancia para poder dejarlo ir, ya que es necesario para dar paso a esta etapa que será la base para que vivas una juventud plena y feliz con la seguridad de que siempre estaré a tu lado acompañando tus buenos y malos momentos hasta el final de mis días, y aún después de esto, estaré siempre en tu corazón junto a Dios que siempre, siempre, nunca lo olvides, estará contigo.

A la niña dulce y tierna que llena mis días de alegría.

Con mucho amor. Mamá.

Matsy.
Abril 2011.

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