La mirada de vidrio en tu adolescente

¿Te ha pasado cuando vas en el asiento del copiloto con el el vidrio de tu lado entreabierto, te quedas mirando hacia fuera, sin dirigir la mirada a un lugar específico? Tu mundo está en absoluto silencio y tus pensamientos giran en torno al mismo asunto. Te sientes al borde de las lágrimas, y estás tan absorto en tu interior que no te das cuenta que el aire esta pegandote directamente en los ojos. Ahora estan rojizos como si fueran de vidrio, algo muy parecido a cuando estas a punto de llorar, pero te resistes para no hacerlo frente a los demás. No te das cuenta porque tus pensamientos están en conflicto con tus sentimientos. Recuerdos, dudas, deudas, en realidad estás muy distraido. De repente el piloto interrumpe tu silencio y te pregunta: ¿te pasa algo? Claro que te pasan muchas cosas, pero temes decirselo porque puede empeorar todo, entonces te sacudes las ideas y regresas a la vida para contestar: no, pasa nada, ¿por qué?

¿Quieres saber si tu adolescente sufre?, ¿si hay algo que no te está diciendo?, ¿te encuentras preocupada por ello? Entonces observa si tiene “la mirada de vidrio”. Hazlo detenidamente, y si la respuesta es sí, entonces probablemente esté sufriendo. Además presta atención a si últimamente lo notas ausente, callado, y cuando le preguntas: ¿qué te pasa?, luce desconectado y parece que se sacude las ideas para poder contestarte. Esto puede ser indicador de “la mirada de vidrio” que significa: un momento de malestar que le impide comunicarse contigo.

Cuando un adolescente no puede comunicar algo a su padre o madre, es porque te has convertido en su piloto. Alguien que maneja para llevarlo a donde necesita, un conductor que se remite a trasladarlo y que de repente notó un silencio, presentiendo que algo andaba mal. Pero que al mismo tiempo se conforma con la respuesta a secas que obtiene. Por eso esa relación padre-hijo se convirtió en la relación piloto-copiloto y está destinada a terminar cuando tu adolescente empiece a manejar solo y entonces ya no necesite un piloto.

“La mirada de vidrio” es el indicador del sufrimiento. Si no sabes como ayudarlo y quieres dejar de ser un simple piloto, la mejor manera que se me ocurre es que dejes de “intentar entenderlo”. Eso pone una distancia racional, se convierte en ideas que chocan constantemente viviendo en conflicto día con día. Entonces quizá sea momento de que cierres la razón y la boca, y re-abras eso que llamas corazón.

Así es, si tu hijo tiene “la mirada de vidrio”, no trates de entenderlo, mejor abre tu corazón y ponte en sus zapatos. Aunque tú pasaste por esa etapa, debes entender que tu hijo es diferente a ti. Él va a cometer errores que lo harán madurar, siempre y cuando sus padres lo amen incondicionalmente a pesar de no estar de acuerdo con sus ideas. Con la adolescencia llega el momento en el cual tendrás que decidir si defiendes tus ideas, o si defiendes a tu hijo. ¿Te encuentras en este momento?, ¿dejarás que la distancia entre ustedes sea como agua hasta el cuello?

• No seas más el piloto de su vida, mejor enséñale a manejar su vida por él mismo.
• No le impongas tus ideas, déjalo que desarrolle las suyas.
• No le digas a quien amar, mejor enseñalo a amar y a disfrutar la vida consigo mismo y con los demás.
• No te conformes con ser su piloto, recupera tu lugar de padre.
• Si sientes que pasa algo, no te conformes una respuesta vaga, ¡insiste!

Si no puedes soltar el control del volante y luego acompañar a tu adolescente a que recupere la mirada alegre y dichosa que tenía cuando era niño y jugaban juntos, entonces hazle un favor y consigue un espejo de emergencia. En donde quiera que te encuentres, haz un alto de inmediato en tu vida, observa el espejo atentamente, y si lo que ves ahí es “una mirada de vidrio”, el que necesita ayuda eres tú. Recuerda que el tiempo corre aprisa y aunque las lágrimas no hayan llegado, cuando vengan puede ser tarde con tu adolescente.

Uziel Morales-Amaya
Maestro en Psicoterapia, niños y adolescentes.
Conferencista.
Correo: uziel_moam@hotmail.com