Mi Padre
Desde que me acuerdo, mi padre siempre ha sido referencia en mi vida. Siempre lo vi como un hombre con una fortaleza de espíritu formidable. Como un hombre que con su sola presencia intimidaba a muchas personas. Su personalidad era arrolladora, caminaba con pasos firmes y largos.
Un hombre inteligente y con un dominio del idioma, como pocas personas que he conocido. Al hablar se convertía en el centro de la conversación y hacía de cualquier plática, toda una cátedra. Con la mayor facilidad te daba a conocer el origen y raíces de las palabras. Ingeniero de profesión, maestro por vocación.
Los años transcurrieron, los hijos crecimos, formamos nuestras propias familias, y llegaron los nietos. Él seguía con su mismo espíritu, pero ya comenzaba a sentir el paso del tiempo. Llegó la jubilación pero él se mantenía activo dando clases, por el puro amor a la enseñanza. Un día su cátedra fue eliminada de la currícula y no pudo continuar con aquello que le apasionaba, enseñar.
Los nietos crecieron y su cuerpo le comenzó a cobrar la factura. Con el tiempo sus pasos se volvieron mas cortos y lentos y su cuerpo comenzó a transformarse. Con mis propios ojos, vi cómo ese hombre que en algún momento parecía un poderoso guerrero se transformaba un “apacible abuelo”. Su voz que antes fuerte y poderosa, perdía su resonancia. Sus pasos se hicieron más cortos y sin la fuerza de los días pasados. Su energía mermaba. Pero algo que no ha cambiado es la paciencia y atención con la cual te escucha. Sigue dándome largas explicaciones del origen de las palabras, sus conversaciones son siempre una cátedra.
La relación que hoy tengo con mi padre hoy depende mucho de lo que pudimos construir juntos. Lo admiro por todo lo que es, por todo lo que me enseñó, por todo lo que aprendí de él tan sólo viendo su ejemplo. Hoy puedo disfrutar del vínculo que establecimos juntos.
Mi padre no es un hombre cualquiera. Es un hombre que me enseñó lo que es la unión de la familia y el amor y el respeto a la pareja. Me enseñó la vivir con pasión, a recordar siempre mis raíces y a disfrutar lo mucho o poco que tenga. Me enseñó también a respetar los valores que ahora defiendo a capa y espada.
Te amo papá, gracias por todo lo que eres, por lo que me has enseñado, por todo tu amor y por tus enseñanzas. Por tu ejemplo, por la vida.
GRACIAS POR SER MI PAPÁ.
Cecilia Zazueta
Psicóloga
Fundadora y Directora General de tuadolescente.com
Correo: cecy.zazueta@tuadolescente.com